LOS REYES- Julio Cortázar
Editorial Sudamericana.- Buenos Aires
Colección Índice Teatro, 1970
Siempre me fascinó esta obra de Julio Cortázar desde que la descubrí un lejano noviembre de 1970 en las librerías de Barcelona. En aquellos meses yo andaba inmerso en el mundo del teatro no profesional y compartía la experiencia de formar parte del grupo teatral Los Cátaros, creado y dirigido por Alberto Miralles. Todo lo que olía a teatro me atraía con fuerza, y la obra de Julio Cortázar no fue la excepción.
Pero hay más. Y es que no sé muy bien por qué, a diferencia de otras muchas, esta pieza teatral que está formada por un soberbio poema dramático siempre me acompañó hasta hoy día. Tal vez porque se trate de eso, poesía; o al menos sea ésta una de las buenas razones del caso. También por el tratamiento del tema al salirse del esquema clásico del mito en el cual Ariana ama a Teseo y le ayuda para dar muerte al Minotauro, su hermano. Y es que, de manera audaz, Julio Cortázar nos ofrece una mirada profunda a las razones y los sentimientos de los personajes que iluminan el desenlace. ¿Cómo fue posible que un joven héroe venciese y diese muerte en su propio terreno al fuerte y poderoso hijo de Pasífae, esposa del rey Minos de Creta, y del toro que encarna Poseidón? No serían suficientes la audacia de Teseo ni todo su vigor juvenil para este fin. Los versos del poema trágico de Los Reyes, nos lo revelan. Poema que aparece en forma de prosa, pero que encierra, como apunta Cynthia Gabbay, una alternancia de versos endecasílabos, heptasílabos y alejandrinos que hilan la acción principal del mito griego del Minotauro.
Ariana ama al Minotauro. El Minotauro ama a su hermana y acepta el estrecho cautiverio del laberinto. Un amor incestuoso puesto en peligro por el héroe griego, el intrépido Teseo, que viene a dar fin al penoso tributo que cada nueve años Atenas debía pagar a Creta con siete jóvenes muchachos y siete hermosas doncellas.
Teseo se enamora de Ariana y ésta le ofrece el ovillo que ha de desenredar para salir del laberinto una vez cumplida su misión de dar muerte al Minotauro. Pero en la obra de Julio Cortázar este hecho cobra un giro inesperado, aunque –siguiendo el mito- se respete el desenlace. Y es que la verdadera intención de Ariana era enviarle un mensaje al Minotauro:
[Narra Ariana] Los ojos de Teseo me miraron con ternura. “Cosa de mujer, tu ovillo; jamás hubiera hallado el retorno sin tu astucia.” Porque todo él es camino de ida. Nada sabe de nocturna espera, del combate saladísimo entre el amor y la libertad […] “Si hablas con él dile que este hilo te lo ha dado Ariana”. Marchó sin más preguntas, seguro de mi soberbia, pronto a satisfacerla. “Si hablas con él dile que este hilo te lo ha dado Ariana…” ¡Minotauro, cabeza de purpúreos relámpagos, ve cómo te lleva la liberación, cómo pone la llave entre las manos que lo harán pedazos! Sigue leyendo →