Garras del paraíso.- Charles Bukowski

Bukowski garras del paraíso1Garras del paraíso.- Charles Bukowski

Penguin – Random House – Grupo Editorial
Poesía Portátil.- 5ª reimpresión 2022

Resulta inevitable hablar de Bukowski. O de Henry Chinaski, su alter ego. Del poeta del alcohol, la pobreza y la bohemia. De su aureola de poeta maldito, incluso malditísimo, más allá y más lejos de aquellos citados por Paul Verlaine, como Rimbaud y Mallarmé, y de los que no habló, como Baudelaire, Antonin Artaud o Alejandra Pizarnik, entre otros. De todos ellos participa Bukowski en su rechazo al orden formal establecido a través de un arte provocativo al margen de los convencionalismos sociales. También de sus excesos y su modo de vida.

Bukowski inaugura con tanto rechazo como éxito el género conocido como “realismo sucio”. Es un poeta que no admite término medio. O se le odia o se le ama sin condiciones. Pero no se le puede ignorar.

bukowski escribiendoDe este poeta, novelista, cuentista y testigo de cargo de la sociedad de su época, tampoco pueden ignorarse influencias de escritores como pudieran ser, quizás las más significativas según los expertos, de Hemingway y Dostoyevski. Y menos puede negarse la influencia que él ejerció y sigue ejerciendo en las generaciones que le siguen hasta nuestros días y que se revela en la obra de poetas jóvenes y menos jóvenes, aunque de manera –digamos- más moderada en muchos casos o tremendamente insufrible entre otros muchos de los vulgares imitadores de lo inimitable.

Empecé leyendo el librito “Garras del paraíso”. Y creo que para hacerse cargo de lo que es la poesía de Bukowski no hace falta mucho más. Aunque la medida de este escritor hay que considerarla también a través de las seis novelas que firmó y sus nueve colecciones de cuentos, amén de sus artículos. Porque reducir al escritor estadounidense de ascendencia polaca nacido en Alemania a una caricatura del realismo sucio y la vida que pudo o supo vivir, sería cerrar los ojos a lo valioso de su obra literaria y que palpita con desgarro en cada renglón o verso de sus poemas o contrapoemas. No es que supiera hacerse un hueco en la historia, es que la historia le debe el protagonismo de una poesía inteligente sobre lo cotidiano, despreciando lo superfluo, desvestido de máscaras emocionales, desnudando la vida sin metáforas pretenciosas y sin concesiones a lo puerilmente estético.

imagesEl ambiente de la ciudad y la atmósfera cultural de Los Ángeles pesarán en la forma de enfrentar el mundo a través de la poesía. Voy leyendo. No hace falta buscar mucho para tropezarse con la provocación; los exabruptos te encuentran a ti a cada paso de la lectura de sus poemas y lo sórdido se revela luminoso y hasta profético y redentor. “Me corté la uña del dedo / corazón / de la mano derecha / muy corta / y empecé a frotarle el coño / mientras ella, sentada erguida en la cama, / se untaba loción en los brazos / cara / y senos / después de bañarse “ Y, también en la ducha: “… y primero me lava ella / me enjabona las pelotas / levanta las pelotas / las estruja, / luego frota la polla: ‘’¡oye, esta cosa sigue dura!’’ O en un encuentro casual: “…esa mujer se sentó y / dijo / ¿de verdad eres Charles Bukowski? / y yo dije / olvídalo / no me encuentro bien / tengo la tristeza triste, / lo único que quiero es / echarte un polvo / y ella se rió / [   ] sí, / sus braguitas estaban en el suelo / y le metí la polla / la polla dios mío entró la polla / era Charles / Alguien”

mujeres debukowskiNo se trata de un poemario erótico; aquí la procacidad sólo busca el lado existencial y no puede escapar a la ternura, la reflexión, la necesidad de agarrarse a la felicidad y sus pequeños momentos como una tabla de salvación. Porque el poeta, el hombre, entre los que Bukowski no hace diferencia, siente la desolación y el abandono, se confiesa perdido y reflexiona ante la literatura que se le ofrece y descubrirá –dice- dos cosas: “a) la mayoría de los editores confundía / lo aburrido con lo / profundo. / b) necesitaría décadas de / vivencias y literatura / antes de ser capaz / de plasmar / una frase / que se aproximase /a lo que quería / decir” Y, desde la indigencia, material y espiritual, encuentra refugio y hogar en los libros: “la vieja biblioteca de Los Ángeles / seguramente evitó / que me convirtiera en / un suicida / un atracador / de bancos / un maltratador / de mujeres / o un carnicero o / un policía motorizado…” Cuando descubre el mundo sórdido de las pensiones de mala muerte y describe la miseria humana que se le hace insoportable acaba pensando / (que) esos / hombres / fueron / niños.” Y se pregunta: “¿Qué ha sido / de / ellos? ¡y qué ha sido / de / mí?”

El contenido existencial es un murmullo incesante en una inacabada conversación consigo mismo: “la agonía puede matar / o / la agonía puede sostener la vida / pero la paz en lo peor / caminar / hablar / sonreír, / aparentar que somos. / no olvides las aceras / las putas, / la traición, “ y rememorando algunos hechos históricos de América como el asesinato de los Kennedy, acaba proclamando: “no hay dios / no hay política / no hay paz / no hay amor  no hay control / no hay proyecto”.

Bukowski con gato blancoBukowski no deja de encontrar un cierto equilibrio y satisfacción que no se atreve a llamar felicidad en los peores tiempos de dormir en los bancos de los parques, en las cárceles, los hospitales o viviendo con putas. Aunque el cansancio también hace acto de presencia y la mala conciencia que le hace exclamar: “llevo una tumba en mi interior que dice: / bah, deja que hagan otros, déjales ganar, / dejadme dormir,…/” mientras escribe: “estoy en la cocina / a medio camino de la locura / soñando con la España de / Hemingway / desvariando por las horas de soledad sin encontrar respuestas, /”yo quiero la furcia con ojos de pelícano / ombligo cobrizo / y / corazón de marfil / [  ] /entonces me levanto y / enciendo la / radio. / no me extraña que Hemingway fuera un / borracho, maldita España, / no la soporto / tampoco”

Ríos de tinta han corrido para hablar de Bukowski. ¿Por qué? Quiero pensar que es porque no se inventó nada y que contó la vida, la suya y la nuestra, con pelos y señales, con contradicciones, dudas, rabia a veces, muchas otras veces con infinita tristeza. Pero no nos engañemos, supo hacerlo desde la poesía, la iluminación de la inteligencia y la sensibilidad. Que nadie se pierda en lo anecdótico de la provocación y el lenguaje desenfadado, abrupto, casi cruel. Sus torpes imitadores se quedan en eso, y en eso fracasan. Los poemas de Bukowski, incluso en su traducción del inglés, encierran una armonía de delicada construcción semántica y una lectura intachable. Nada que ver con el versolibrismo de corta y pega renglones a modo de versos. Nada que ver con la mediocridad y la cortedad de miras de la poesía que me da por llamar “de la ocurrencia”, con una frase pretendidamente deslumbrante a modo de sentencia para cerrar cada poema, salpicado –además- de mucha moralina. Bukowski se remueve en sus cenizas y escribe versos que todavía nos alcanzan con su tinta oscura. Como verdaderas “garras” de un paraíso imposible.

González Alonso

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